¿Cómo? ¿No hay presidente?
“Cuando se les dice que nuestra sociedad no tiene presidente con autoridad para dirigirla, ni tesorero que pueda exigir el pago de cuotas… nuestros amigos se quedan asombrados y exclaman: ‘Eso no puede ser así’” (Alcohólicos Anónimos, Doce pasos y doce tradiciones).
Cuando por fin llegué a A.A. no podía creer que no había tesorero que pudiera “exigir el pago de cuotas”. No me podía imaginar una comunidad que no exigiera contribuciones económicas a cambio de servicios. Fue la primera –y hasta la fecha la única– experiencia que tuve de recibir “algo a cambio de nada”. Ya que no me sentía abusado o engañado por los alcohólicos anónimos, me era posible abordar el programa sin prejuicios y con mente abierta. No querían nada de mí. ¿Qué tenía que perder? Doy gracias a Dios, tal como lo concibo, por la sabiduría de los cofundadores que conocían tan bien el desdén que tiene el alcohólico a ser manipulado.
Alcohólicos Anónimos, Reflexiones diarias